Por: Karen Elizabeth Galindo Schembri
"El verde es el color principal del mundo, y a partir del cual nace la belleza" (P. Calderón de la Barca)
Hay miles de cosas que hoy en día son normales para nosotros y sobre las cuales no estamos totalmente enterados de los riesgos que conllevan. Por ejemplo, hasta principios del milenio muchos juguetes incluían plomo en su fabricación, hasta que nos dimos cuenta de su toxicidad y peligro en cuanto al desarrollo cognitivo de los más pequeños. O, como el caso de los embutidos y su correlación con diferentes tipos de cáncer. Es un hecho que a lo largo de la historia hemos ido creando, probando, innovando y descubriendo todo tipo de cosas, ya sean benéficas o no en cuanto a salud se refiere.
Sin embargo, la historia que se contará aquí resulta ser un caso más de cómo la ambición y la avaricia se antepusieron frente a las herramientas científicas de la época y desembocaron en la pérdida de muchas vidas; es el caso del "Envenenamiento victoriano".
El origen del verde de Scheele
Todo empezó cuando Carl Wilhelm Scheele, quien fue un droguero y farmacéutico del siglo XVIII (químico farmacéutico según algunas fuentes más optimistas), encontró la forma de crear un pigmento verde muy peculiar. Mientras realizaba experimentos en su laboratorio, Scheele se dio cuenta de que al añadirle un poco de óxido de arsénico a una solución de carbonato de sodio se producía arsenita de sodio, y, al añadirla a una solución de sulfato de cobre, podían producirse distintos tipos de pigmentos verdes con colores muy intensos.
Carl Wilhem Scheele y el pigmento verde que lleva su nombre
El arsenito ácido de cobre (CuHAsO3), mejor conocido como verde de Scheele, es el nombre del pigmento verde que comenzó a popularizarse a finales del siglo XVIII, a sabiendas de que el arsénico era potencialmente tóxico. Por esos años era bien conocido su uso como raticida y como el veneno protagonista de diversas historias sobre asesinatos. Sin embargo, la creencia popular era que el arsénico presente en este hermoso pigmento verde sólo era peligroso si se ingería o se inhalaba directamente.
Pese a las advertencias de diversos médicos y científicos de la época, el verde de Scheele continuó comercializándose, y, aunque su creador estaba al tanto de los peligros del arsénico, estos fueron poco significativos frente a la gran oportunidad de negocio que se le presentaba: que su pigmento fuera vendido por toda Europa. Tiempo después se notó que el Verde de Scheele parecía oxidarse y volverse opaco al cabo de unos meses de ser empleado, por lo que perdió camino en el mercado; pero fue el padre de toda una familia de nuevos pigmentos verdes, siendo el más popular el acetoarsenito de cobre (Cu(C2H3O3)2·3Cu(AsO2)2), más conocido como Verde de París o Verde Esmeralda.
Bienvenidos a Ciudad Esmeralda
El Verde Esmeralda se popularizó velozmente por toda Europa durante la época victoriana, siendo utilizado para pigmentar juguetes, sombreros, zapatos, vestidos, tapices para interiores, e incluso para darle color a los bellos jardines de los cuadros de Claude Monet.
Verde de París, y Vestidos victorianos del mismo color.
Al término de la revolución industrial, debido a la urbanización y desaparición de los espacios con naturaleza, en París se volvió popular usar flores artificiales en los sombreros, las cuales eran pigmentadas con Verde Esmeralda. El extraño caso de la muerte por aparente envenenamiento de una joven parisina, cuya profesión era la creación de arreglos con flores artificiales, fue muy sonado en aquella época.
En cuanto a los papeles tapices, se volvieron increíblemente famosos los fabricados por Faulkner & Co, diseñados por el maestro textil William Morris. Estos tapices de color verde intenso se volvieron parte esencial del interior de todo hogar en el siglo XIX, pues además de sus vívidos colores, eran famosos por repeler todo tipo de chinches e insectos ponzoñosos (los cuales parecían ser más conscientes del peligro al que se enfrentaban que el ser vivo más inteligente). La masiva distribución de dichos tapices por los fríos y húmedos países de Europa, fue el ingrediente que se necesitaba para ocasionar el 1% de las muertes por envenenamiento de la época.
Papel tapiz y Verde de Scheele según Pantone
Resulta que los ambientes húmedos y oscuros son justo lo que más les gusta a ciertos organismos del reino fungi. En particular el hongo Scopulariopsis Brevicaulis se hacía presente en los interiores de los tapices de las casas en Europa. En su obra Advances in Applied Microbiology, el médico y microbiólogo italiano Bartolomeo Gosio expuso que este hongo se encargaba de metabolizar el arsénico y producir un gas tóxico caracterizado por un olor a ajo muy particular.
En 1972 se demostró que dicho proceso (llamado metilación del arsénico) era en realidad de origen bacteriano, y resultaba en un compuesto llamado trimetilarsina. Al permanecer mucho tiempo expuestos a la trimetilarsina, los pobladores europeos morían por intoxicación, siendo los más susceptibles los niños, ancianos y enfermos.
En cuanto al arte, los pintores impresionistas mantenían al Verde Esmeralda como parte imprescindible de su arsenal. Se cree que el uso de este pigmento derivado del arsénico fue el responsable de diversos padecimientos de impresionistas famosos, tales como la ceguera de Edouard Manet, la diabetes mellitus de Paul Cézanne e incluso los trastornos mentales de Vincent Van Gogh. Debido a la época y a diversos factores, es muy probable que el arsénico no fuera el único culpable, pues en ese entonces se usaban otros pigmentos altamente tóxicos como el Blanco de Plomo (carbonato de plomo), el Cinabrio (sulfuro de mercurio) y el Amarillo de Nápoles (que además de jugar el papel estelar en los girasoles de Van Gogh, presumiblemente era consumido por el propio pintor, el cual recomendaba comer una cucharada de antimoniato de plomo todas las mañanas para mantener la inspiración).
Los girasoles de Van Gogh y El saludo de Beatriz de Dante Gabriel Rossetti
La historia detrás del mito esmeralda
Otra de las extrañas teorías conspiranoicas en torno al Verde Esmeralda envuelve al famoso emperador y conquistador Napoleón, quien falleció durante su exilio en Isla Santa Elena, perteneciente al frío y húmedo Reino Unido. Presumiblemente, Napoleón manifestó dolores estomacales severos durante su lecho de muerte, los cuales encajan muy bien con el cuadro clínico de los síntomas por intoxicación con arsénico. Esta historia cobra sentido cuando se toma en cuenta que su habitación estaba decorada con los tan famosos tapices Verde Esmeralda.
Años después de su muerte, se realizaron estudios con muestras de cabello de Napoleón, su esposa y su hijo Napoleón II (tomando en cuenta que estos últimos no murieron de la misma enfermedad que Napoleón), y se encontró que los niveles de arsénico en ellas eran muy similares entre sí, lo que sólo deja claro que los niveles de arsénico en el ambiente durante el siglo XIX eran mayores en comparación con los de hoy en día, más no nos aporta información relevante respecto a la teoría de envenenamiento por arsénico.
Ilustración de periódico médico francés1859, donde se muestran los efectos del arsénico en exposición prologada.
El arsénico también era usado como remedio medicinal durante esta época, el llamado tónico de Fowler consistía en una solución de arsenito de potasio, el cual era recetado para curar padecimientos como la malaria, diabetes, bronquitis, neuralgias y padecimientos uterinos. Todas estas enfermedades parecen no tener relación entre sí, y es muy probable que este tónico milagroso fuese sólo un placebo o una forma de envenenamiento lento y prolongado.
Sin embargo, el arsénico tiene un comportamiento bastante impredecible cuando es ingerido por seres vivos. En 1992, un grupo de médicos chinos usaron el óxido de arsénico para tratar pacientes con leucemia promielocítica aguda y sorprendentemente obtuvieron una efectividad de curación de más del 90%. Actualmente se sigue investigando el porqué de este efecto, y se mantiene el uso de arsénico como auxiliar en el tratamiento de dicho tipo de leucemia.
Debido a la poca cantidad de regulaciones en torno a la comercialización de productos pigmentados con Verde Esmeralda, es muy optimista pensar que todo este embrollo que parece sacado de una historia de ciencia ficción haya quedado en el pasado. Lamentablemente, la exportación de tapices color Verde Esmeralda siguió por varios años más incluso después de que se prohibió su venta en el Reino Unido.
"Esta es mi apariencia después de tomar una buena dosis de arsénico con fines medicinales"
Durante inicios de los años 50’s, la embajadora de Estados Unidos en Italia, Clare Boothe Luce, cayó enferma después de permanecer un par de años sirviendo a su nación en el país mediterráneo; cuando se investigó la causa de su extraño padecimiento, se determinó que se debía al envenenamiento por arsénico . En vísperas de la Guerra Fría, Estados Unidos creyó que se trataba de una conspiración soviética para deshacerse de la embajadora, pero tras indagar un poco, fue claro que la causa del envenenamiento era la inhalación continua del polvo que se desprendía de los tapices Verde Esmeralda con los que estaba decorada la habitación de Luce.
Seguramente para nosotros suena a la historia de una torpe manera de desarrollar una gran catástrofe. ¿Cómo es que no se dieron cuenta? ¡Si es lógico! estarán pensando. La realidad es que incluso hoy en día estamos en contacto con objetos, herramientas, dispositivos e incluso comida de los cuales no hay información suficiente acerca de sus peligros para la salud, y no necesariamente salud física. Las redes sociales, por ejemplo, están en la mira de investigaciones que las proponen como potencializadoras de diferentes padecimientos mentales como la ansiedad y la depresión.
Tal vez en 200 años alguien se encargue de escribir un artículo hablando de cómo los teléfonos inteligentes desarrollaron la mayor catástrofe sanitaria del siglo XXI, y de cómo el envenenamiento victoriano no fue tan grave en comparación. Habrá que ver...
Referencias
Muñoz Paez, A. (12 de abril de 2019), El verde asesino, Dr. Antoni Steve Fundación https://www.esteve.org/publicaciones/el-verde-asesino/
Meier, A. (31 de octubre de 2016), Death by Wallpaper: The Alluring Arsenic Colors that Poisoned the Victorian Age, Hyperallergic https://hyperallergic.com/329747/death-by-wallpaper-alluring-arsenic-colors-poisoned-the-victorian-age/
Gasque, L. (2011), El arsénico, más que un veneno, ¿Cómo ves?,
http://depa.fquim.unam.mx/amyd/archivero/2arsenico_28533.pdf
Hulsey, J. & Trusty A., Green Death: The Art History of Arsenic, Artists Network https://www.artistsnetwork.com/art-history/arsenic-art-history/
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