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Hipatia de Alejandría, la gran maestra de la antigüedad

M. Wong


«De naturaleza más noble que su padre, no se contentó con el saber que viene a través de las ciencias matemáticas a las que él la había introducido, sino que, no sin altura de espíritu, se dedicó también a las otras enseñanzas filosóficas»


Damascio, Sobre Hipatia de Alejandría

Ella fue una de las primeras mujeres de la historia en dejar huella en el desarrollo de las matemáticas, astronomía y filosofía. Considerada una erudita y oradora excepcional, Hipatia fue uno de los personajes más influyentes de la antigua ciudad de Alejandría, su único delito, ser una mujer pagana que defendía fervientemente su postura en una era donde las ideologías religiosas se desbordaban, intolerantes, ante cualquiera que no formara parte del “camino correcto”.




La última gran maestra de Alejandría


Hipatia de Alejandría nació alrededor del año 335 (aún se debate la fecha exacta) en la ciudad de la cual toma el nombre y muere en el año 415 en la misma ciudad. Hipatia fue hija del también matemático y astrónomo Theón de Alejandría, reconocido como el último miembro de la gran biblioteca de Alejandría, de él nos quedan sus trabajos de investigación sobre las teorías de Euclides y Ptolomeo, además de los estudios que realizó en compañía de su hija relacionados con el sistema solar y que tiempo después serían retomadas por Copérnico y Galileo. Hipatia tuvo la dicha de crecer con una formación privilegiada para la época, incentivada por el carácter científico de su padre, quien además se aseguró de que aprendiera filosofía platónica, inculcándole un profundo respeto por las costumbres de su ascendencia griega, las cuales defendía fervientemente.


Theón tenía una obsesión relacionada con la búsqueda del “humano perfecto”, razón que jugó un papel sumamente importante en la formación de Hipatia. Desde muy temprana edad Hipatia fue criada con mucho cuidado (la leyenda cuenta que para su edad era una mujer extremadamente bella y de apariencia joven) y con un régimen estricto que incluía, además de los estudios científicos, una rutina de ejercicios que se sabe Hipatia siguió al pie de la letra hasta el final de sus días según el precepto: “mente sana en cuerpo sano”, decidió dedicar su vida a la ciencia por lo que nunca se casó y llevó una vida célibe a según las tradiciones de las mujeres del templo de Hestia.



Se creía que este era el retrato de Hipatia hecho por Rafael en la Escuela de Atenas


Para dicha de Theón su trabajo y fama pronto serían rebasados por el talento de su hija, ya que se cuenta que se volvió una “mejor” y más famosa matemática, astrónoma y profesora de filosofía, contribuyendo sobre todo al desarrollo de la teoría de números y, cuenta la tradición, también se le atribuye la construcción del astrolabio. Estas cualidades, aunadas a su desarrollo como oradora, la transformarían en la digna heredera de la tradición del Museo, formando una comunidad de alumnos y seguidores que la respetaban y que acudían a sus clases, donde enseñaba las teorías de Platón y Aristóteles así como filosofía neoplatónica. Hipatia no es precisamente la primera mujer del mundo clásico que se dedicara a la ciencia, se sabe de por lo menos otras dos mujeres que realizaron trabajos matemáticos vinculados, probablemente, con la comunidad de los pitagóricos. Sin embargo, ella es la única de la que se cuenta con fuentes fidedignas de su trabajo e historia, lo que la convirtió en la matemática más importante sin rival hasta principios del siglo XVIII. Lamentablemente uno de los hechos que más perdurarían en la memoria sería su brutal asesinato.


El crimen sin castigo


Para poner en contexto la ciudad de Alejandría sería más fácil asemejarla con el bullicio actual de ciudades como Tel Aviv, Beirut o Ankara donde convergen diferentes ideologías y poderes. La otrora gloriosa ciudad fundada por Alejandro Magno, se encuentra en decadencia, ya no es el centro cultural del mundo y su imponente Museo y biblioteca se encuentran próximos a desaparecer para siempre. El triunfo del cristianismo como la religión oficial del imperio romano fue declarado por el emperador Teodosio I en el año 392, provocando que se despreciara todo aquello que se consideraba pagano. Un año antes, en el 391, una turba de religiosos incitados por el obispo Teófilo se dirigió al Sarapeo, el edificio que contenía los últimos textos de la ciudad de Alejandría, quemando y destruyendo todo a su paso, incluyendo el templo de Serapis, que durante siglos se había erguido como ícono de la ciudad, reformándolo posteriormente en una iglesia cristiana. En este trágico cambio de papeles los que antes eran perseguidos se convierten en ajusticiadores, es en este ambiente en donde Hipatia se desarrolla, como una defensora de las tradiciones griegas, una mujer pagana en una ciudad donde existía una lucha constante entre la nueva religión y las antiguas costumbres.



En marzo del año 415, se cometió uno de los asesinatos más crueles descritos veinte años más tarde por los mismos historiadores eclesiásticos como uno de los excesos más brutales en contra de un ser humano que contradicen incluso los preceptos más importantes del cristianismo. Hipatia, que probablemente para ese entonces contaba con 60 años (no con 20 como se creía antaño) se encontraba dentro de sus aposentos a punto de descansar cuando de pronto su casa fue rodeada e invadida por una turba de zelotes (monjes) cristianos, guiados por Pedro el lector, quienes la sacaron por la fuerza y la llevaron arrastrándola por las calles de Alejandría hasta la iglesia, una vez ahí la desnudaron y la apedrearon con tejas hasta matarla, pero no conformes con esto descuartizaron su cuerpo utilizando pinzas de hierro y conchas marinas, para finalmente quemarlo en la plaza pública como una lección para todos aquellos practicantes de las costumbres paganas. Es probable que este episodio haya inspirado a la historia de la santa Catalina de Alejandría quien, según la tradición cristiana, murió de una manera similar.


La razón del ataque hacia Hipatia no se sabe con exactitud, a pesar de que Hipatia era defensora de las tradiciones griegas, trataba mantenerse al margen del conflicto interno de la ciudad. La tradición cuenta que fue el obispo Cirilo, sobrino de Teófilo quien dio la orden en contra de Hipatia ya que la consideraba un peligro dada su popularidad como maestra y oradora, se dice que un día Cirilo transitaba cerca del lugar donde Hipatia daba sus clases y al ver a tanta gente reunida sintió celos de la popularidad de la sabia. Otras fuentes proponen que en realidad Hipatia era cercana a Orestes, el prefecto de la ciudad y en una disputa por el poder de la misma Cirilo decidió utilizar a Hipatia como un sacrificio ejemplar a sabiendas de que no era posible llegar directamente a Orestes considerando a Hipatia un blanco más fácil de conseguir y destruir. El papel de Cirilo no se puede afirmar, pero la evidencia señala que Orestes habría sido atacado meses antes por otra turba de monjes, pero saldría casi ileso de este ataque, encarcelando y después fusilando al líder de dicha turba, años más tarde Cirilo sería condecorado e instaurado como santo por la defensa de la verdadera fe e Hipatia sería condenada al olvido de no ser por documentos de su trabajo que se lograron conservar.


La reconstrucción del mito


Lo que sabemos en realidad de Hipatia y de su trabajo es muy poco debido a la censura y destrucción del mismo, la mayor parte se conserva en las contribuciones que realizó a los trabajos de su padre, que lograron sobrevivir a la rapiña. Pero en cuanto a la reconstrucción de su carácter y enseñanzas una de las fuentes más importantes de información son las cartas escritas por Sinesius de Cirene, uno de sus mejores pupilos quien expresaba siempre una profunda admiración hacia su maestra. Debido a que Sinesius se convirtió en una especie de vínculo entre las tradiciones paganas y el cristianismo (no se ha definido si era originalmente cristiano o si se convirtió a la religión) varias de sus cartas sobrevivieron y es gracias a fragmentos extraídos de estas misma que se ha podido reconstruir a Hipatia.



Además de las cartas de Sinesius, ottros recursos que sobrevivieron y que han ayudado en el estudio y reconstrucción de Hipatia son: la entrada del Suda Lexicon, un pasaje de la historia eclesiástica de Socrates el escolástico, un breviario en la crónica de Juan, el obispo copto de Nikiu, en la obra del historiador Filostorgio y en cuatro extractos de otros textos, como el comentario al principio del libro Almagestus de Theón. Quizá esta sea una de las pruebas más claras de que la calidad se antepone a la cantidad, a pesar de la poca información que queda referente a Hipatia su trabajo permaneció. Descartes, Newton y Leibniz se encargarían de terminar de desarrollar y expandir su trabajo en teoría de números, Copérnico y Galileo revisarían sus trabajos en el área de astronomía dándole así el crédito y la merecida reivindicación a la sabia griega que se convirtió en un símbolo de la lucha justa por el saber y la libertad de pensamiento.

Referencias

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